PREGÓN DE LAS FIESTAS PATRONALES DE BARRIO NUEVO – VIÑA NAVA EN HONOR DE NTRA. SRA. DEL ROSARIO DE FÁTIMA 2019
Don Antonio Hernández Rodríguez
(Prestigioso y reconocido folclorista, vecino de Barrio Nuevo-Viña Nava)
Señores miembros de la Corporación Municipal, Rubens Ascanio, Primer Teniente de Alcalde, Atteneri Falero, Francisco Hernández, Manuel Gómez, Concejales, distinguidas autoridades, miembros de la AVV de Vecinos y Comisión de Fiestas de Barrio Nuevo-Viña Nava, Verdeños y San Roque, Señor Párroco de nuestra comunidad, vecinos, familia, amigos, muy buenas noches.
Antes de nada, mi más sincero agradecimiento por este honor, por esta oportunidad de pregonar las fiestas de mi barrio, en honor de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, además haciéndolo en este santuario, en el que puedo decir que se casaron mis padres, en el que fuimos bautizados mi hermano y yo y, por supuesto, también fueron bautizadas mis dos hijas, Victoria y Alejandra. Para mi, estar aquí, es como estar en casa.
Leer el pregón de las fiestas de un barrio de esta importancia, con tanta historia en sus calles, en sus alrededores, con tantos personajes ilustres vinculados a él, con un presente envidiable y un futuro prometedor, es una gran responsabilidad, pero lo asumo como un reto ilusionante, y espero, de verdad, estar a la altura de mis predecesores.
Cuando empecé a ser consciente de esta encomienda, pensé muchísimo en como plantearlo, de qué manera transmitir todo lo que tenía en la cabeza, y tuve una conversación acerca de todo esto con uno de los grandes referentes de la cultura panhispánica a nivel internacional, con un intelectual con nombre propio, uno de los grandes personajes de Canarias del siglo XX y del siglo XXI y, que además, es un convecino de este barrio.
Por supuesto me estoy refiriendo al maestro Elfidio Alonso Quintero, al que tenemos que disculpar, pues se encuentra en un concierto solidario en Gran Canaria, con Sabandeños, en beneficio por los incendios de la isla hermana. Si no, tengan por seguro que estaría sentado aquí. Pues eso me hizo pensar en la riqueza que tienen estas calles, no sólo por tener un nada menos que Premio Canarias de Cultura Popular como Elfidio, sino además un Premio Canarias de Literatura, en la figura de otro vecino, otro gran docto, otro intelectual, una pluma prodigiosa, un poeta perpetuo, como fue D. Carlos Pinto Grote, que también fuera pregonero de estas fiestas.
Eso me hizo ver la dimensión de la grandeza de nuestro barrio, de la enjundia cultural que irradia, pues estos dos referentes de nuestro patrimonio además habían ejercido de anfitriones, y habían paseado por nuestras calles a los más grandes músicos, poetas, pintores, artistas en general de la época.
Se da la circunstancia además de que ambos, unidos en una especie de simbiosis de cultura apoteósica, dejaron para la eternidad uno de los más preciosos textos hablando de la idiosincrasia de nuestros aborígenes:
Llamarme guanche.
Hijo de los volcanes y las lavas.
Llevar la frente alta.
Tener el corazón hecho de libertades.
Llamarme guanche, nada más.
Mi patria: un negro malpaís;
mi flor: una retama.
Beber agua de una fuente,
descansar bajo un pino,
tener la mar que me separa
de todo aquello que no quiero
y que me ata.
Llamarme guanche.
Labrar puntas de lanza,
darle vueltas al barro
y que el gánigo nazca.
Caminar sin caminos,
subir a la montaña,
mirar entre las nubes.
San Borondón lejana…
Precioso poema de Don Carlos Pinto Grote, con una retórica preciosa sobre la vida y costumbres de nuestros aborígenes, al que Don Elfidio Alonso puso música, utilizando dos géneros folklóricos como base: el tajaraste y la isa, y que fue popularizado por ese grupo, mi grupo, Los Sabandeños, e incluso interpretado en versión sinfónica por la Orquesta Sinfónica de Tenerife. Quien diría que todo eso nació aquí, en nuestras calles. En Barrio Nuevo.
Allá por 2012 tuve la osadía de dirigir un programa de radio al que llamé “La Cacharra del Gofio”, y le puse ese nombre por esas cajas de galletas que eran de metal, de lata, que al final acabábamos utilizando para guardar de todo: desde gofio a los hilos y las agujas de costura.
Pues ese programa era un poco eso, un compendio de temáticas culturales en el que redescubrí, quizás, uno de los sucesos más importantes de la Conquista de Canarias, y que tuvo a nuestro barrio y alrededores como principal y bélico escenario.
Hablo de la Batalla de Aguere, que muy pocos conocen, y que fue el trágico enfrentamiento que según los cronistas tuvo lugar el 14 de noviembre de 1495 y que predeterminó la conquista de la isla por parte de la Corona de la Castilla, al mando del Adelantado Alonso Fernández de Lugo, que con 1500 peones y 100 jinetes castellanos, armados con picas, alabardas, espadas, dagas y cuchillos, se enfrentó contra un par de miles de guanches, con sus tamarcos de piel de cabra como armaduras, y sus lanzas, garrotes y piedras como armas.
La muerte del Mencey Bencomo en esa batalla, seguramente a pocos metros de aquí, como recuerda su efigie en la rotonda del Instituto Astrofísico, y en la que intervino además el guanche traidor Tenesor Semidán, cristianizado como Fernando Guanarteme, que dicen está enterrado en la Ermita de San Cristóbal en La Milagrosa, fue el paso definitivo a la conquista de la Isla de Tenerife. Y eso sucedió aquí, en esta zona, en nuestros barrancos.
Vinculada a esta historia, como no podía ser de otra manera, están las leyendas, esas historias a veces épicas, a veces románticas, a veces trágicas, que cuentan sucesos que quien sabe si sucedieron. Y cuenta una que en medio de esa cruenta batalla de Aguere, una joven llamada Ara corrió a esconderse en una cueva cercana, en nuestro barranco, junto a su rebaño de cabras, mientras los gritos de sus hermanos cayendo muertos eran ensordecedores. Se dice que de repente se hizo el silencio, y ante ella cayó el cuerpo de su amado, de Guy. Tal fue el grito desgarrador de Ara, que del barranco se desprendió una gran laja por donde habían despeñado el cuerpo del muchacho, dejando a la luz un corazón partido, de piedra, dando comienzo a esta leyenda del corazón partido de Araguy.
Han pasado ya muchos años desde aquello, igual que han pasado muchos años desde aquellas fiestas en las que la Virgen del Rosario, por quien tanta devoción tenía por ejemplo Amaro Rodríguez-Felipe y Tejera-Machado, el corsario Amaro Pargo, bajaba desde Santo Domingo al barrio, a este barrio, que llevaba su nombre a celebrar su festividad, a este barrio del Rosario.
Han pasado muchos años también desde que se trajera de Venezuela la imagen actual de la Virgen del Rosario de Fátima, que preside y da nombre a este templo, y que veneramos año tras año por estas fechas.
Y han pasado muchos años desde que se edificó, y posteriormente reedificó, esta parroquia, sobre la que se consolida la comunidad cristiana de este barrio, en manos de una persona muy querida y respetada, Don Santiago Cruz, al que podríamos dedicar un pregón completo a su plena vida de dedicación a las personas y vecinos.
Pero sin duda, las piedras angulares de este barrio, las que han sustentado el tejido social, el hermanamiento entre vecinos, han nacido en las casas mas humildes, en los hombres y mujeres trabajadores del día a día.
Hoy tenemos la suerte de homenajear a una de esas personas, y para mi además es un orgullo y un privilegio compartir protagonismo con ella este día. Personas como Felisa Suárez, Nena, han contribuido a hacer la vida de los demás mucho mejor. Cuantas casas no se han levantado con sus favores, cuantos hogares se han construido con su benevolencia, con la confianza de la palabra entre personas para ir pagando esas cuentas poco a poco, y cuantos de esos fiados habrá perdonado por el favor a vecinos que ella sabía lo estaban pasando mal. Gracias, Nena, por tanto.
Tampoco nos podemos olvidar de otros comercios, de esos de toda la vida, por lo menos de toda la mía, que como ella siguen en la brega del día a día, luchando contra viento y marea contra franquicias y grandes superficies, manteniendo el tejido empresarial de este barrio, como la venta de Doña Rosa, o Casa Pancho, y como echamos de menos de igual manera otros que ya cerraron sus puertas, como Quintín, la venta de Teresita o las Tres Naciones. Esperemos que el crecimiento económico del barrio sigue dando oportunidades.
Inolvidables otros nombres propios, importantísimos, que de alguna manera dejaron su impronta en muchos de nosotros, por anécdotas, con sus palabras, con sus acciones, con sus favores: Pedro 25, del que todos guardamos recuerdo con coche antiguo, Pedro Marrero, el de los caramelos, incombustible Joropero, Dacio Ferrera, que cariñosamente decía tras los ensayos de Sabandeños “me voy para Green Valley”, su forma particular de llamar a la Verdellada. También Elvirita, o Samarín, qué malos éramos con ellos, y aunque nos repitamos, año tras año, porque no los podemos obviar, a familias como los Palmero a los que debemos tanto, o a personas como Manuel Rodríguez, Lolo u Ofelia Cruz, Fela, entre muchos otros. La historia, la de este barrio, forma parte de cada uno de ellos, y ellos forman parte de nosotros.
Podríamos estar horas hablando de tantas y tantas cosas, arraigadas en nosotros, grabadas a fuego en nuestra memoria, como nuestra guagüita lagunera, la Cirila, que hacía el trayecto Barrio Nuevo-Rancho Grande. Imposible pensar en una Laguna sin ella, sin esa conexión que hacía posible simplezas como subir a comprar a la recova. Leía el otro día, que muchos decían que esa guagua tenía tres puertas, la delantera, la trasera, y a Puertita, que cobraba los tickets, cuyo hijo vive a escasos metros de aquí.
El arte, la música sobre todo, que es mi parcela más cercana, también ha tenido un peso específico encomiable. Antes nombrábamos al Mencey del canto, a un cantador de leyenda, a Dacio Ferrera, además de al fundador de Sabandeños, Elfidio Alonso, pero aquí, un poco más arriba, en una casa cercana, se formó otro grupo, al amparo de la manta esperancera, que es Achamán, al que tuve el honor de dirigir y que estaba formado, en sus inicios, casi en su totalidad, por jóvenes de estas calles, como Dacio Ferrera hijo, Elfidio Alonso hijo, Héctor y Javier González, Pedro Delgado, nieto de Pedro 25, Ramón Herrera, Andrés Zamora… todos hoy músicos de primer nivel.
A veces, mi suegra, vecina de toda la vida, me cuenta historias de cómo era el barrio hace muchos años, pero siempre destaca una cosa, que es lo que realmente me llama la atención y valoro enormemente, la vecindad, la hermandad, el como se prestaban ayuda unos a otros, como se arrimaba el hombro y como, piedra a piedra, se dignificó este barrio y se consolidó como el referente que es para el resto de La Laguna.
Afortunadamente, esa manera ejemplar de convivir, de confraternizar, continúa hoy en día, por lo que tenemos que agradecer, y mucho además, a los que hoy en día se preocupan por mantener vivo el recuerdo de todas esas personas que hemos nombrado hoy, de luchar porque año tras año tengamos unas fiestas dignas, velar por el bienestar del barrio, de los vecinos, y son todos los representantes vecinales, valga la redundancia, que hoy además nos acompañan, y que altruistamente, por mera vocación de servicio, nos regalan su tiempo.
Ya para concluir, porque soy de los que piensa que en este tipo de actos, las personas como yo deben hablar lo justo, quiero reiterar mi agradecimiento a quienes pensaron en mi para estar esta noche, ocupando este lugar de honor, y pregonar las fiestas. Les aseguro que lo he hecho con muchísimo cariño. Felicidades, por supuesto, de nuevo, a la flamante homenajeada de esta noche, Nena. Gracias también, Don Santiago, por abrirnos la Casa de Dios para acoger un acto como esto, y quiero hacer una mención especial también a la rondalla que dirijo, a Las Valkirias, que han querido acompañarme esta noche en este día tan especial, y compartir su música con ustedes.
Sin duda, y esto es una apreciación mía muy personal, creo si la ciudad de San Cristóbal de La Laguna tuviera una capital, seguramente, esta estaría en Barrio Nuevo, en Viña Nava.
Muchas gracias, buenas noches, y que VIVA LA VIRGEN DEL ROSARIO DE FÁTIMA.
Leído en la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, en Barrio Nuevo - Viña Nava, el viernes 11 de octubre de 2019.