Rdo. Sacerdote don Jesús Manuel Gil Agüín.
Estimadas autoridades presentes, reverendo sr. Cura párroco, presidenta de la asociación de vecinos, presidente de de la comisión de fiestas, pregonero precedente profesor Balbuena y vecinos de este querido barrio de La Verdellada, amigos todos.
Hace apenas un mes que nuestro amigo Jonathan, Viceconsejero de Comunicación y Relaciones con los Medios del Gobierno de Canarias, me invitaba a pregonar estas fiestas religiosas en honor a Ntra. Sra. de Lourdes, patrona de este querido barrio lagunero. No esperé ni un minuto para decirle que si, seguramente porque en mi resonaron en aquel momento, ecos maravillosos de niñez y juventud vividos en los entornos de estos barrios de La Verdellada y Barrio Nuevo, de mi querida ciudad de San Cristóbal de La Laguna, y por tanto, era todo un honor poder compartir con ustedes estas sencillas palabras que ahora pronuncio. Agradezco de corazón que hayan querido que compartiera con ustedes este anuncio de las fiestas dedicada a la Virgen de Lourdes.
Y es que, desde que a través del amor de mis padres, Lina y Jaime, fui llamado a la existencia, como regalo de Dios, este núcleo urbano lagunero, forma parte de mi historia, de mi ministerio, de mi vida. En este barrio di los primeros pasos en mi existencia, mis juegos y mis sueños, mis ilusiones y mis amistades, me formé y de manera especial, experimenté la llamada al seguimiento de Jesús, a través del ministerio sacerdotal.
Me llegan al pensamiento muchas experiencias vividas en este enclave lagunero, personas, familias, momentos de dolor y tragedia, y otros de mucha e intensa alegría. Ámbitos académicos, como el colegio público de La Verdellada, el colegio La Salle- La Laguna, que llamábamos Nava-La Salle o el Seminario diocesano. En definitiva, vida compartida y regalada, y mucho recibido ya para siempre.
La Verdellada y Barrio Nuevo, su gente y su fisonomía urbana, tiene un significado especial y, sin lugar a dudas, forman parte de mi mochila existencial, de mis recuerdos, aunque en un momento determinado, mi familia se desplazara a vivir en la zona del Cristo, este siempre fue mi barrio lagunero.
La Verdellada Vieja, como siempre la hemos llamado, tiene sus orígenes, en la época de la conquista castellana de nuestra isla. El nombre proviene de la presencia de viñedos de la variedad "verdello" que existían en esta zona. Este lugar también es conocido por la Casa del Barco, un antiguo edificio que data de los siglos XVI-XVII, y el barranco de La Verdellada, que alberga restos aborígenes y otros elementos etnográficos, como molinos y grabados rupestres.
La mencionada Casa del Barco, es el vestigio más antiguo de nuestro barrio, datando del siglo XVI. Originalmente, fue la vivienda del medianero de la finca de La Verdellada.
Se encuentra coronada por un molino de viento modelo Tejano, utilizado para extraer agua de la aljibe, que abastecía las fincas de la zona.
La Cruz de Marca de La Verdellada, con tres historias diferentes sobre su origen, marca un punto de referencia en la zona.
Pero lo importante en esta noche y en estas fiestas es a quien celebramos y por qué. Cuando dio comienzo estas fiestas en honor a la Virgen de Lourdes, solo existía un único objetivo, dar gracias a Dios por su madre María y evangelizar con esta herramienta pastoral este núcleo urbano.
El nombre de Lourdes es de origen vasco, derivado del topónimo “Lorde”, que significará “altura costera”.
Por eso, en el sur Francia, al otro lado de los Pirineos, está esta hermosa localidad que lleva ese nombre.
En una gruta (Gruta de Massabielle) hay, en 1858, unas apariciones de la Virgen María a una niña de 14 años de origen muy pobre, llamada Bernadette Soubirous.
La primera aparición es el 11 de febrero y la ultima el 16 de julio. Precisamente la fiesta litúrgica de la Virgen de Lourdes es el 11 de febrero. Era la fecha que este barrio primitivamente celebraba su fiesta. Es a partir de 1967, cuando se traslada al verano como Fiestas Mayores del barrio.
Lourdes en Francia es desde hace años un centro de peregrinación. Es el lugar donde sanos y enfermos acuden a sanar sus cuerpos y almas. Más de 6 millones de personas van cada año, de las que más de cien mil son enfermos que acuden en busca de alivio y consuelo. Allí se han producido curaciones para los que la ciencia no tiene explicaciones, como todo cuando hablamos de las lógicas de Dios, que sobrepasan los cálculos humanos. Dios siempre sorprende y nos desinstala.
La Virgen de Lourdes de la Verdellada es un icono religioso que se enraíza en las entrañas de este querido barrio.
La imagen de la Virgen llega a la parroquia de Santo Domingo en los inicios del siglo XX. Nunca estuvo al culto. Se guardaba en la sacristía. Al parecer fue regalo de alguna persona que sentía especial devoción por esta advocación mariana. Es una de las más antiguas imágenes, como representación artística, de la Virgen de Lourdes, llegadas a nuestra isla de Tenerife.
En 1967, el vecino don Juan José Rodríguez Trujillo, miembro de la Hermandad del Rosario de la parroquia de Santo Domingo, intervino para que el entonces párroco don Miguel Hernández Jorge, cediera a la Verdellada aquella imagen de la Virgen.
Aquel mismo año, yo no había nacido, se celebró la primera bajada “mariana” de la Virgen de Lourdes a La Verdellada.
Durante todo el mes de julio de 1967, los verdeños acogieron con fervor a la imagen, que regresó a la parroquia lagunera el primer domingo de agosto de aquel mismo año. Eran las primeras fiestas patronales de La Verdellada. Este año se cumplirán los 58 años de esa bajada mariana.
Varios años más tarde se repitió la bajada de la Virgen. Es en el 1981, cuando definitivamente se quedará en el barrio. Se construye su actual capilla, que se levantó en dos fines de semana por los vecinos del barrio y con materiales donados por los mismos.
Y es que Maria, la madre de Dios y nuestra madre, ha sido venerada y aclamada a través de los siglos, porque a través de ella y de su confianza, el Dios inmenso se hizo ternura, porque el Dios de la vida y de la historia se hizo compañero de camino para solidarizarse con la humanidad. María hizo posible que el ser humano encontrara razones para esperar y vivir. Eso que celebramos cada año en la Navidad, a pesar del intento de algunos de convertirla en una fiesta vacía y sin sentido, algo descafeinado y absurdo en muchos casos.
En un mundo donde lo que se valora es el poder, el tener, la diversión o la evasión, la Virgen de Lourdes, María de Nazaret, nos recuerda que lo realmente importante no es material, que lo único por lo que merece la pena vivir y seguir adelante no se compra ni se vende, que el Amor y el sentido de la vida va mucho más allá de las lógicas humanas. Nuestra Madre de Lourdes, sigue siendo ese modelo y referente de persona autentica, entregada, servicial, coherente, luchadora, que se fió de Dios y por eso hoy la miramos y pregonamos.
María es siempre una presencia llena de significado, especialmente en esta advocación de Lourdes. La madre que espera, la mujer que acoge la palabra, la muchacha que arriesga, la amiga que ayuda, la creyente que calla y medita. Todo esto lo encontramos en María. Que se convierte en espejo en el que mirarnos. Porque también nosotros necesitamos acoger, arriesgar, servir y dejar que la buena noticia sea semilla que arraigue en la tierra que somos, en la hermosa tierra en la que vivimos, en esta ciudad querida de la laguna, Patrimonio universal.
Dos miradas a María nos pueden ayudar hoy a pensar en nuestra propia forma de estar en el mundo. La mirada a la mujer que habla y la mirada a la mujer que ama. La Virgen de Lourdes que nos susurra al oído con ternura y la Madre que nos ama con locura e incondicionalmente.
Pocas veces María habla en los evangelios, y sin embargo sus palabras son rotundas, definitivas, inapelables. «Hágase», «No tienen vino», «Haced lo que él os diga». Y, sobre todo, ese «Magníficat» que es un himno de libertad, de justicia y de alabanza.
También nosotros hablamos. En familia, en el trabajo, entre amigos… Hablamos de otras personas. De política, de fútbol, de cine… Hablamos de lo que nos preocupa o lo que nos entretiene. Quizás también, ojalá sea así, de Dios. Hay mucho poder en las palabras. Poder para herir y sanar, para levantar y para derribar. Ojalá aprendamos de María a hablar con verdad.
En una sociedad polarizada y enfrentada, celebrar estas fiestas patronales, son también una invitación al dialogo, al consenso, al respeto por el que piensa distinto, siempre en la verdad.
Desde el momento en que dice sí, María vivirá volcada en ese Hijo que ahora es promesa y un día será maestro. Ella se convertirá en novia cuestionada, en madre joven, en guía de la comunidad, en primera creyente. Y todo ello desde el amor profundo y auténtico por ese Hijo al que sigue, pero no controla, al que quiere, pero no domina, al que enseña, pero no agota. El amor es así, es la capacidad de darse sin atar, de querer sin poseer. El amor es capaz de pasar por tormentas y por días claros. Ojalá aprendamos de María a amar con verdad.
Y aunque a veces sentimos que el mundo dice lo contrario, para los cristianos siempre ganarán los buenos. Este es el caso de María, en quien Dios hace que lo que podría ser una historia de rechazo se convierta en una historia de plenitud. Dios convierte a una mujer sencilla en la primera de los cristianos, en un ejemplo de vida y de fe que nos sigue acompañando, inspirando y apoyando, especialmente cuando llegan el dolor y la dificultad.
Dios actúa en la historia, pero lo hace a través de nosotros. Cambia nuestro corazón y nos invita a cumplir su voluntad para hacer grandes cosas. Eso es lo que hizo María, un sí que cambió la historia. A través de su confianza y su libertad hizo posible que el plan de Dios se llevara a cabo. No conviene olvidar que Jesús nace de una sencilla mujer. Su condición de Dios no le descuenta un ápice de su humanidad, pues lo humano y lo divino no son contrapuestos, más bien son complementarios. En Jesús encontramos un modelo, humano y divino, donde guiarnos y apoyarnos en el arte de vivir, pero sobre todo en el arte de sufrir.
Tanto Jesús como María no tuvieron una vida más fácil que ninguno de nosotros, pero supieron encontrar en Dios motivos para la fe y la esperanza. María es distinta, no se dejó llevar por la lógica de este mundo donde el mal hace tanto daño, mostrando y preparando así el camino a Jesús.
Ojalá en los momentos de dificultad sepamos descubrir su apoyo y su consuelo. Miremos a María con el nombre de Lourdes y descubramos que a través del paso del tiempo, ha sido apoyo y consuelo para tantos y tantos hombres y mujeres de este querido barrio de La Verdellada.
Dicen que vale más una imagen que mil palabras y Ella, la Virgen de Lourdes, es la imagen de este pregón. Porque ante Ella enmudece todo, basta sencillamente con callar, guardar silencio y contemplarla, ante Ella sobran, los elogios, los discursos, ante Ella lo idóneo es callar y mirar, mirar y amar, amar y dejarse seducir por su vida.
Cuantos verdeños y residentes han parado ante la pequeña ermita donde ella se encuentra y la han mirado, con lágrimas o con acción de gracias, y Ella ha susurrado en el corazón de todos, no tengas miedo, el Señor está y acompaña, consuela y fortalece, no nos deja solos. Como aquella copla dedicada al Cristo de La Laguna: sus labios no se movieron y sin embargo me habló). Porque nuestra certeza como cristianos es que Jesús el Señor, respetando nuestra sagrada libertad, nos coge de la mano para acompañarnos, sin privarnos de vivir y de hacer caminos
Amigos verdeños: Disfruten mucho de las fiestas, de los actos culturales y religiosos, pero ojala tengamos tiempo para mirar en estos días grandes a la Virgen de Lourdes, miren por favor, a la que siempre está y acompaña, miren, como decía San Bernardo, a la mujer de los ojos grandes, miren a la que nos sigue diciendo “haced lo que él os diga”. Que nuestras fiestas no se conviertan en otra cosa que en un canto agradecido a su presencia entre nosotros, en nuestro querido barrio de La Verdellada. Que con el paso del tiempo y las distintas ediciones, no perdamos de vista el verdadero sentido de esta entrañable manifestación de fe que es nuestra fiesta a la Virgen de Lourdes.
No dejemos que una fiesta esencialmente religiosa pueda ser convertida en otra cosa que la desfigure y termine vaciándola de sentido y destruyéndola. Sintámonos orgullosos de nuestros valores y tradiciones y cuidemos la esencia autentica de los mismos.
Miren conmigo a María, fijen los ojos en Ella, en estos días y preguntémonos qué sería de nuestras vidas sin su mirada serena, sin su esperanza que cautiva, sin su presencia que es consuelo, sin su rostro hermoso, sin su luz y sin su vida.
Cuando hagamos fiesta en estos días, que solo tenga el sentido de la alegría de un barrio lagunero que se siente agradecido por tener a la mejor Madre del cielo. Que estas fiestas marianas nos hagan alegrar el corazón y sentir que podemos ser más y mejor, como personas y como sociedad, como Ella, como nuestra Madre.
Amigos verdeños, seamos conscientes en estas semanas y siempre, de la importancia que ha tenido, tiene y tendrá la presencia humilde de esta querida imagen de Ntra. Sra. de Lourdes entre nosotros. Ella, como la mejor intercesora, ha acompañado, como a la primitiva comunidad cristiana, a las mujeres y hombres de este lugar.
Por eso, nuestro barrio aclama y celebra a su madre, que siempre ha estado aquí y que representa la maternidad de María para con sus hijos.
Por eso, porque ante Ella enmudece el aire, porque lo es y lo colma todo, porque es manantial de esperanza que disipa las angustias y porque en Ella descansa nuestra alma, queremos pregonar en esta noche solemnemente, que este barrio lagunero no podrá jamás entenderse ni mirar al futuro, sin el amor y devoción a la Madre de Dios de Lourdes.
Agradezco especialmente a todos los que están aquí esta noche, porque no han venido a escuchar un pregón, ustedes, con sus vidas, escriben cada año, un inédito y personal pregón a la Madre de Lourdes, y lo escriben porque la quieren, porque encuentran consuelo, alivio, esperanza, calma, ilusión en su mirada, escriben este pregón, porque en sus manos maternas depositan sus cruces, sus miedos, sus dudas y anhelos, sabiendo que Ella es madre y nos entiende, ustedes lo escriben porque cada año la fiesta en honor a la Virgen de Lourdes, se convierte en nostalgia y recuerdos de un ayer que pasó, recordando a esos familiares y amigos que ya partieron hacia la casa del Padre.
Lo escriben porque cada vez que miran a la Virgen saben bien que ella es conocedora de noches en velas en el hospital, de miedos, de sueños, de exámenes, de dudas, de vidas y muerte. Lo escriben porque saben que con sólo mirarla, las tinieblas se merman y en la Victoria de su hijo descansan sus dolencias.
Sí, amigos, sí, todos somos artífices de un pregón, de una alabanza, de una exaltación a la Madre de Dios, todos deberíamos pregonar lo que la Virgen de Lourdes nos hace experimentar, algunos tendremos el inmenso honor de hacerlo en esta noche y en este Centro ciudadano desde este atril, pero todos tenemos que pregonarla con nuestras vidas.
Celebrar a nuestra madre de Lourdes, es una invitación a volver a la fe, a recuperar los valores esenciales de nuestra sociedad, entre ellos la dimensión trascendente de la fe, que nos convirtamos ahora más que nunca, en pregoneros de la fe, en pregoneros del Evangelio. Vivimos en un mundo falto de esperanza y de sentido de la vida. Nos divertimos mucho pero no somos felices, vivimos muchas experiencias, pero no tenemos razones para vivir.
Esta fiesta, debe ser una invitación constante a ser todos pregoneros, pregoneros de María. Seamos portadores de buena noticia. No seamos conformistas, luchemos por construir una sociedad más humana, solidaria y fraterna, un barrio más humano y más de Dios.
Amigos verdeños, seamos todos pregoneros, que amparen y ayuden, pregoneros que abracen y acojan, pregoneros que extiendan sus manos y construyan fraternidad.
Amigos, vecinos verdeños, que nuestra querida Virgen de Lourdes, nos proteja e interceda por todos nosotros. Todo es posible si nos ponemos en marcha y nos ilusionamos con esperanza. Que tengamos una fiesta intensa, donde nos encontremos, disfrutemos de la fraternidad y el ocio, donde participemos de los actos religiosos y populares, donde nos comprometamos a seguir creciendo y madurando como barrio, como colectivo ciudadano.
Que el Dios de la vida les bendiga a todos.
Leído en el Teatro del Centro Ciudadano de La Verdellada, el miércoles 23 de julio de 2025.