Con el final del verano y el inicio del otoño, las chumberas, pencas o tuneras, tan comunes en el paisaje rural que rodea La Verdellada, se llenan de higos picos en todas sus clases, destacando por su colorido y hermosura, los llamados higos colorados. La presencia de estos frutos en pleno centro de La Verdellada, a los pies de la Casa del Barco, a la orilla del barranco o en el muro del antiguo camino real, sin olvidarnos del valle, además de ser una bonita postal típica de esta época del año, no dejan de ser todo un emblema rural, un grito del pasado verdeño que se niega abandonarnos y nos recuerda su vigencia en nuestro paisaje actual y futuro. Cuentan los mayores, que a esta época del año ya no había ni una penca con higo; era tanta el hambre que hasta verdes con gofio se comían. Los tiempos han cambiado, y todavía hay gente que los recoge, los barre con incienso silvestre, los pela, los mete en el frigorífico y se los come como exquisito y fresco postre de septiembre. Riquísimos los verdes, los colorados o los tintos violetas que aún quedan por las orillas de La Verdellada, y que esperamos sigan estando ahí por los tiempos venideros para el disfrute de los futuros verdeños. QUEDA DICHO.
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