La Verdellada ha escrito un nuevo día de fiesta en la historia colectiva del barrio: el 50 aniversario de Los Verdeños no defraudó a nadie.
Que una asociación de vecinos cumpla 50 años, en una sociedad como la nuestra, es algo inusual. El movimiento vecinal que representa Los Verdeños no sólo se consolida, sino que se hace un coloso, y para muestra la fiesta de este sábado 12 de diciembre. Aun no se sabe cuánto costó la fiesta del 50, pero lo que si se sabe es que la inversión valió la pena, en la Plaza Mayor de La Verdellada había caras que no se veían desde hacía años. Fue un encuentro entre generaciones de Verdeños, que sirvió para reflexionar sobre las claves del éxito de La Verdellada como pueblo en espirito o como ciudad en los urbanita.
Tras el acto oficial del medio día, con el homenaje a los presidentes y la presencia del presidente del cabildo Ricardo Melchior, la diputada y ex alcaldesa Ana Oramas, y el alcalde Fernando Clavijo, el protocolo se esfumó de un plumazo y la gente empezó hacer suya la fiesta; que dicho sea de paso, se salvó por la gracias a la gigantesca carpa que ocupaba casi media Plaza Mayor de La Verdellada, ya que hubo momentos en los que la lluvia era bastante intensa. Antes del almuerzo, las quinientas sillas ya estaban ocupadas y empezaron las actuaciones, primero el humorista don José, después ya con el almuerzo en la mesa, Natalia Cordero animaba a la gente con sus corridos mejicanos, y ya tras la comida, Pepe Benavente levantaba a la gente con su espectáculo musical. La comida, de Fermín Mesa, exquisita; paella, pollo en salsa, salchichas, croquetas…
Eran casi las cinco de la tarde cuando empezaba la Orquesta Malibú a dar el baile, y la carpa volvía a su ebullición, la tarde fue fantástica. Sobre las 6, se partió la tarta gigante, perdón, las cuatro tartas gigantes que hizo Pastelerías Peraza para la ocasión. Después una piñata hizo las delicias de los más pequeños, la tarde se presentaba inolvidable. Y como remate final, como gran remate final, a las 8, ya de noche cerrada, comenzaron a sonar las 50 salvas que recordaban a la ciudad, que el movimiento vecinal de La Verdellada estaba cumpliendo en ese mismo momento 50 años de historia. Un castillo de fuegos artificiales fue el broche perfecto, para un día tan histórico como inolvidable.
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