miércoles, 24 de julio de 2024

PREGÓN DE LAS FIESTAS PATRONALES DE LA VERDELLADA 2024

Pregón de las Fiestas Patronales de La Verdellada en honor de Nuestra Señora de Lourdes 2024


Don Luis Balbuena Castellano



Quiero empezar agradeciendo a todas las personas presentes que hayan acudido a escuchar el pregón de las fiestas de Nuestra Señora de Lourdes en La Verdellada durante el presente año 2024. 

Según nos dice la Academia de la Lengua, un pregón es la promulgación o publicación que se hace de algo de viva voz en los sitios públicos para que llegue a conocimiento de todos. Y esto es lo que me propongo hacer: pregonar las fiestas y las esencias de este singular barrio. Se trata de La Verdellada que la forman el barrio del Timple, la urbanización La Verdellada y el barrio de La Verdellada.

Saben que la advocación de la Virgen como Nuestra Señora de Lourdes, es una de las más recientes de la iglesia pues fue el papa Pío IX, en 1862, el que autorizó su veneración tras la superación de todos los requisitos que la iglesia impone para estas decisiones. El caso es que, desde muy pronto, se convirtió en patrona de muchos lugares a lo largo y ancho del mundo católico y en el nombre de una buena cantidad de mujeres en todas las latitudes.

Pues bien, esta condición de pregonero la tengo que agradecer a la Junta Directiva de la Asociación de Vecinos de La Verdellada que preside Doña Yurena Cruz Rodríguez quien me envió una emotiva carta ofreciéndome ser el pregonero este año. Es evidente que acepté y, además, muy agradecido. 

Ellos son, pues, los que me han añadido a una lista de personas que ya lo han sido con anterioridad y créanme si les digo que me siento muy honrado de compartirla dada la grandeza de todas ellas. Pero debo dar unas gracias especiales a Don Nauzet Rodríguez Fernández por ser quien preside la Comisión de Fiestas en esta ocasión y por su paciencia amable y cercana al atender todas mis peticiones de orientación y ayuda. Espero que, como un alumno que se examina con este tema, consiga superar la prueba, aunque sea con un cinquillo pelado cuando termine de exponerles lo que he preparado.

En lo dicho hasta ahora en estos párrafos iniciales, hay dos expresiones a las que quiero dedicarles unas palabras más para explicarlas.  

Una es la de haber calificado a este lugar como un barrio singular. Sé que no soy original, pero debo indicarles que fue un calificativo que me forjé yo solo observando y conociendo lo que ustedes han hecho a lo largo de tantos años de buena vecindad, de permanentes visitas y de conocer a tantas personas. No les voy a repetir todos esos valores que acumulan y que ustedes, como colectivo, han sabido alcanzar; solo pedirles que los mantengan y mejoren. Siempre me ha parecido que eso de Fuenteovejuna, todos a una ha sido como una especie de grito de unión entre ustedes para reivindicar lo que siempre consideraron justo ante quien fuera. No lo pierdan.

Seguro que conocen también los acontecimientos más importantes de la historia del barrio, el curioso origen de su nombre, episodios de su pasado ligados a personajes destacados o iniciativas tan significativos como la construcción de la ermita en la que todos trabajaron aportando incluso los materiales. Sin duda esta imagen que se han forjado de barrio unido y luchador no es flor de un día, sino algo que han construido y alcanzado, poco a poco y con tenacidad.

La otra expresión que necesita que les dé una explicación por mi parte, es la de considerarme ahora como un escolar que pasa su examen ante ustedes. Ya saben que realmente mi vida profesional se ha movido sobre dos carriles: la ciencia y la docencia. Salirse de la vía puede ser peligroso y no lo voy a hacer por si acaso. Por eso espero que me traten con clemencia al final, al darme la nota porque son inherentes a mi condición como persona.

Hubo una época en la que visitaba el barrio con bastante frecuencia porque mi segundo hijo estuvo ligado al equipo de fútbol Unión La Paz y, por tanto, lo traía a los entrenamientos y sobre todo, a los partidos oficiales cuando jugaba en casa, es decir, en el campo de La Verdellada. Fue muy grata la experiencia y guardo buenos recuerdos. 

En una ocasión, por ejemplo, estando en la categoría de los más pequeños, el portero del equipo, en medio del partido y dado que no le llegaban balones, sacó de su bolsillo varios coches de aquellos de marca Machbox y se puso a jugar cerca del poste en unas improvisadas pistas que hizo. Y claro, sucedió que el balón llegó y entró por la portería como Pedro por su casa. Pero lo que más me gustó del episodio, fue la ternura con la que el entrenador le explicó a aquella criatura que ese no era el momento de jugar con los coches, sino de vigilar para que no entraran los balones por la portería. Obviamente el gol subió al marcador.

Un dato objetivo y matemáticamente constatable es el de ser La Verdellada uno de los barrios con más metros cuadrados dedicados a la educación y a la formación de las personas. La lista es conocida: el seminario, el centro de educación infantil, el colegio Nava-La Salle, el colegio público La Verdellada, el CEPA (Centro de Adultos) al que luego me referiré y la Escuela Oficial de Idiomas. Si hiciésemos el cálculo en términos relativos, es decir, si hallamos el cociente entre los metros cuadrados dedicados a educación y los metros cuadrados del barrio, saldría un índice muy por encima del de otras entidades de población.

El Centro de Enseñanza de Infantil y Primaria (CEIP) de La Verdellada, cuya directora, Doña  María Acacia González López me precedió como pregonera en 2023, es un centro veterano en estas lides. ¡Cuántas generaciones han pasado ya por sus aulas! Se puso en funcionamiento en 1971. Si suponemos que empezó su actividad el día 1 de septiembre de ese año y contabilizamos el tiempo hasta el 30 de junio pasado, resulta que este centro hace multimillonarios a los verdeños porque lleva impartiendo docencia y además, de calidad desde hace:

51 años y 10 meses

622 meses

18 932 días

454 368 horas

27 262 080 minutos

1 635 724 800 segundos

Para los más puristas les diré que he tenido en cuenta los años bisiestos que hay en ese periodo y también el hecho de que el año 2000 fuera bisiesto porque el papa Gregorio XIII, en 1582, aconsejado por los científicos del momento, reformó el calendario juliano (llamado así porque lo instauró Julio César en año 44 A.C.), y, según establece esta reforma, de los años acabados en dos ceros, solo son bisiestos los que además son múltiplos de 400. Esta propiedad la tiene el 2000, pero los más jóvenes que están aquí sepan, que el próximo año acabado en dos ceros es el 2100 y, por lo que les he dicho, ya saben que no va a ser bisiesto. Anótenlo para que no se les olvide…

Bromas aparte, todos estos temas relacionados con los calendarios y la medida del tiempo tienen un gran interés por la cantidad de cuestiones de la vida cotidiana que contienen. Y puesto que estamos con un asunto religioso, hay personas que se preguntan, por ejemplo, cosas como por qué los carnavales se celebran unas veces tan pronto, como sucedió este año, y otras veces son tan tardíos… Para explicarlo, deben saber que, por un lado, los carnavales están ligados a la Semana Santa y, por otro, tener conocimiento de que la Iglesia católica decidió utilizar a la luna y no al sol, para fijar la fiesta más importante de su calendario que es el Domingo de Resurrección, último día de la Semana Santa. Con este día fijado, 48 días antes es el martes de carnaval. Pues bien, según el criterio fijado por la iglesia, ese señalado día (el domingo de Resurrección), puede oscilar entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Haciendo el cálculo correspondiente, el martes de carnaval puede caer en un día comprendido entre el 3 de febrero y el 9 de marzo como muy tarde. Esto es lo que les puedo adelantar del tema por ahora.

En otro orden de cosas y siempre en mi condición de pregonero, quiero ahora poner en valor algunos aspectos del barrio que me parecen realmente relevantes. Uno de ellos es la existencia en este barrio del CEPA, esto es, el Centro de Enseñanza de Personas Adultas. Siempre me admiró su función porque, entre otras cosas, representa una especie de segunda oportunidad para personas que, por razones muy variadas y justificadas, no pudieron tener acceso a la formación cuando tenían la edad para ello y, sin embargo, continúan teniendo un espíritu curioso y con ansias de aprender. Suelo ser invitado a desarrollar actividades en distintos centros de este tipo y, este curso recién terminado, precisamente, he tenido una relación especial con el CEPA de La Verdellada a través de la tutora Doña Inmaculada Hernández Hernández. Ha desarrollado con su grupo un interesante programa dedicado a conocer en profundidad variados aspectos relacionados con el patrimonio de La Laguna. 

Pues bien, en una de esas actividades, escuché a Don Miguel Ángel Gómez Gómez hablar del cubo de un molino de agua que, en su momento, existió en este barrio. Allí, justo donde está ese depósito y al otro lado del barranco, se pararon los componentes de esa aula del CEPA para escuchar las explicaciones del experto Sr. Gómez Gómez teniendo a la vista el vestigio que queda, toda una joya sobre la que tenemos la obligación de preservar y darla a conocer.

En muy pocas palabras, un molino de agua lo que hace es transformar la energía potencial que contiene la columna del agua que ha entrado por la parte alta de esa instalación que ya sabemos que se llama cubo (del molino), convirtiéndola en energía cinética para mover nada menos que una rueda de molino y, con el movimiento de esta rueda sobre otra que está fija, fabricar el gofio, la harina o cualquiera de esos productos que, por cierto, tanta hambre ha matado en nuestras islas a lo largo de su historia. Y puesto que estoy pregonando, quiero aprovechar la presencia tanto de los responsables de la Asociación como de las autoridades municipales para instarles a hacer un plan de trabajo que permita garantizar el futuro de este hermoso vestigio convirtiéndolo en un icono del barrio.

Propiciar un cuadernillo didáctico sobre los molinos de agua y sobre este en particular, que pueda informar y formar tanto a escolares como a vecinos porque ya se sabe ese dicho popular que sentencia que no se ama lo que no se conoce. Preparar un cartel de información para colocarlo en el lugar con esas explicaciones, proporcionarle algún tipo de iluminación tipo foco sobre todo en los días señalados del barrio y, en fin, con la creatividad e impulso que ya ustedes, los verdeños, han demostrado, seguro que se les ocurrirán muchas ideas más. Yo me ofrezco para colaborar.

Pocos lugares de las islas tienen el privilegio de contar con una pieza como esa. Les cuento una curiosidad que me va a permitir ligar este molino con un capítulo de El Quijote. Estas instalaciones eran construidas y trabajadas por artesanos. Esto, dicho así, parece que no tiene importancia, pero sí que la tiene y voy a tratar de hacérsela ver a ustedes. 

En El Quijote hay un capítulo que les sugiero que lo lean en estos días. Es el capítulo XX de la primera parte. Nuestros dos personajes han de pasar la noche a la intemperie y lo hacen escuchando unos ensordecedores y desacompasados ruidos que no pueden identificar porque la oscuridad era profunda y porque Sancho, sin que su señor lo notase, había atado las patas de Rocinante para que Don Quijote no pudiese ir a investigarlo, como era su deseo. 

Por la ilimitada imaginación del caballero discurren aventuras heroicas a cuenta de los hipotéticos gigantes y monstruos causantes de aquellos ruidos. El miedo, en cambio, tenía paralizado y aterrado a Sancho. Todo causaba horror y espanto, dice textualmente Cervantes. 

El relato es uno de los más simpáticos de toda la obra. Pues bien, cuando amanece y por fin pueden acercarse a ver el origen del ruido, ven que se trata de un batán que son unos enormes martillos de madera (cuatro o cinco), que se mueven por el mismo principio de los molinos de agua. A Sancho se le desparecen de repente todos los miedos, pero la terrible tensión de la noche se transforma ahora en una risa incontenible y a carcajada limpia. 

Don Quijote, en cambio, se enfurece e increpa a su escudero y, le dice, entre otras muchas cosas: ¿Estoy yo obligado a dicha, siendo como soy caballero, a conocer y distinguir los sones y saber cuáles son de batán o no? Y más, que podría ser, como es verdad, que no los he visto en mi vida, como vos los habréis visto, como villano ruin que sois, criado y nacido entre ellos. Es interesante este alegato de Don Quijote (un señorito) a su escudero (un plebeyo) porque los estudiosos quieren ver en él, un claro reflejo del rechazo que los pudientes e incluso los intelectuales, tenían hacia todo lo que fuera artesanía y tecnología, con las funestas consecuencias que esta actitud tuvo en el desarrollo de la ciencia y la tecnología en nuestro país. Lo cierto es que, artesanos como esos, conocedores de técnicas mecánicas, también vivieron en su momento en La Verdellada.

Claro que, si fuésemos capaces de hacer ese cuadernillo, podríamos plantearnos hacerlo también de la mucha riqueza patrimonial que tiene este lugar. Ya saben que me refiero al horno de cal, a la cruz de marca que, por cierto, no sé si se han fijado en el detalle de que dentro de cinco años será su sesquicentenario, efeméride que espero que no pase desapercibida, hay restos de grabados rupestres y otros elementos más que incrementan esa singularidad que adjudiqué a este barrio. Apliquemos a esta acción lo que dice el refrán: en comer y rascar, todo es empezar, así que vamos a empezar.

Otro de los valores que se asocia a este popular barrio es el de la alegría y la diversión. Valores dignos de fomentar y conservar pero que quede claro que no son incompatibles con la cultura. Muy al contrario, ambos se enriquecerían si se fomentan y practican por igual. Así que hay que seguir propiciando la actividad cultural y además al mayor nivel que se pueda.

Sé que debo ir acabando, aunque, como van oyendo, mi final va a ser, realmente el principio de algo que nos mantendrá unidos un tiempito… Porque lo que les voy a contar ahora como despedida, está relacionado con los dos carriles que ya les comenté que han marcado el camino de mi vida como profesional: la ciencia y la docencia. 

He dado vueltas a la idea de cómo agradecer yo a esta Asociación y a este barrio al que me unen lazos afectivos y de cercanía, el detalle de invitarme a pregonar sus fiestas y sus tesoros y se me ha ocurrido ofrecerles como regalo la elaboración de un diseño específico y la instalación de un reloj de sol en algún lugar del barrio. 

Creo que los relojes de sol son unas piezas que fueron muy importantes para la humanidad y que ésta, cuando ya no las ha necesitado, las ha olvidado y tirado como si fueran objetos de usar y tirar. 

Pues bien, en un lugar que ya estudiaré de la mano de la Asociación, pensaré en el diseño de uno que puede permitirnos darle las gracias a ese artilugio cada vez que lo veamos. Pero a esta donación le quiero unir la promesa de, una vez instalado, pasarme por los colegios, el CEPA, la Asociación, y por donde me digan, para explicarlo de forma que ustedes también puedan apreciarlo pues les repito el aforismo: no se ama lo que no se conoce

Así, pues, ahí queda mi regalo en la forma de esa doble promesa y desde luego, termino y ahora de verdad, felicitando a los vecinos y vecinas del querido barrio de La Verdellada por estas fiestas patronales, que, como en cada año, sigan siendo uno de los nexos de unión entre ustedes y que no pierdan esa identidad que ya los caracteriza y por la que les conocemos y apreciamos todos los que, desde fuera, observamos con admiración cuanto hacen y cuanto consiguen.

Muchas gracias.


La Verdellada a 24 de julio de 2024

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